Joäo Guimaräes Rosa en la muerte
A Lila Mora y Araujo y Octavio Mora
Joäo Guimaräes Rosa,
¿te acordarás algún día de mí?
Cuando los entendidos descomponen novela,
sertanejo,
¿me recuerdas a mí?
Cuando no huye el yacaré amarillo,
y el agua del buritizal,
llena de flores,
es muy pesada,
¿me recuerdas a mí?
Tú, y yo, y el hada sexual de la naturaleza,
los tres,
seres sencillos,
dormimos, alguna vez, sobre el apero,
¿y el agua?: no se nos escondía,
ardiendo, terriblemente, en su leve sexo.
Palmares colorados
Te evoco, palmar colorado del unílico
corazón del hombre, esta noche.
Ven a salvarme de las lianas del Comercio.
De las imbéciles Senadurías de la tierra.
¿Tierra que se desnuda en la tiniebla y huye para el
centro?
¿El centro solo obstaculizado por la humedad?
¿O en el invierno universal de los sueños,
a la sombra de las salvadoras realidades?
¿O en el ataúd varado y balanceado por el terror en el
infierno?
¡Oh, no, yo te respondo, resplandor de mis bárbaras!
II
A veces, las brumas inemocionales,
las del horizonte del País Mercantil,
velan las lejanías de palmeras vestidas de corales.
Yo no estoy entre estas gasas sombrías,
en este humo de rosales podridos de la ignorancia;
estoy entre los vientos del cielo o del contraamparo,
y nada contra la corriente de vuestros quebrantos,
pequeños mercaderes unidos a la fragancia
de los nuevos poseedores de las tierras:
en cuyos despachos se aojan las sardinas
y el verano meado por los cerdos.
III
No podré salir nunca del hechizo natal
hasta no haber terminado con las cóleras
y los resplandores de los asesinatos
y las miserias artificiales del desamparo,
reverberando en los paisajes aún mas que naturales.
Si no logro quebrar estas desnutriciones,
estas fantasmales imágenes de alcoholizaciones,
humilladas y desenterradas frente al
copuleo acuático de las esperanzas,
que no me entierren bajo las brillantes
navegaciones-alteraciones de este paisaje:
que me recuesten en el lejano este uruguayo,
donde cante una barra de laguna que desemboca
en el mar.
IV
Aterrorizado por los paisajes de la poesía,
vuelve a sangrarme la poesía por la boca.
Yo ya no escucho más que el retumbar
de los negros del sol.
A Lila Mora y Araujo y Octavio Mora
Joäo Guimaräes Rosa,
¿te acordarás algún día de mí?
Cuando los entendidos descomponen novela,
sertanejo,
¿me recuerdas a mí?
Cuando no huye el yacaré amarillo,
y el agua del buritizal,
llena de flores,
es muy pesada,
¿me recuerdas a mí?
Tú, y yo, y el hada sexual de la naturaleza,
los tres,
seres sencillos,
dormimos, alguna vez, sobre el apero,
¿y el agua?: no se nos escondía,
ardiendo, terriblemente, en su leve sexo.
Palmares colorados
Te evoco, palmar colorado del unílico
corazón del hombre, esta noche.
Ven a salvarme de las lianas del Comercio.
De las imbéciles Senadurías de la tierra.
¿Tierra que se desnuda en la tiniebla y huye para el
centro?
¿El centro solo obstaculizado por la humedad?
¿O en el invierno universal de los sueños,
a la sombra de las salvadoras realidades?
¿O en el ataúd varado y balanceado por el terror en el
infierno?
¡Oh, no, yo te respondo, resplandor de mis bárbaras!
II
A veces, las brumas inemocionales,
las del horizonte del País Mercantil,
velan las lejanías de palmeras vestidas de corales.
Yo no estoy entre estas gasas sombrías,
en este humo de rosales podridos de la ignorancia;
estoy entre los vientos del cielo o del contraamparo,
y nada contra la corriente de vuestros quebrantos,
pequeños mercaderes unidos a la fragancia
de los nuevos poseedores de las tierras:
en cuyos despachos se aojan las sardinas
y el verano meado por los cerdos.
III
No podré salir nunca del hechizo natal
hasta no haber terminado con las cóleras
y los resplandores de los asesinatos
y las miserias artificiales del desamparo,
reverberando en los paisajes aún mas que naturales.
Si no logro quebrar estas desnutriciones,
estas fantasmales imágenes de alcoholizaciones,
humilladas y desenterradas frente al
copuleo acuático de las esperanzas,
que no me entierren bajo las brillantes
navegaciones-alteraciones de este paisaje:
que me recuesten en el lejano este uruguayo,
donde cante una barra de laguna que desemboca
en el mar.
IV
Aterrorizado por los paisajes de la poesía,
vuelve a sangrarme la poesía por la boca.
Yo ya no escucho más que el retumbar
de los negros del sol.
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1 comentario:
TODO UN HALLAZGO, ESTE BLOG... LO HE BUSCADO, FRANCISCO, HASTA EL CANSANCIO Y EL DELIRIO DE SU POESÍA LIMINAR...
HOY ES UNA NOCHE GLORIOSA PARA MI.
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