Su ataúd es la alborada
El tiempo arrasará todas las rosas:
las florecidas,
las heridas,
las que tienen los labios en el verano
como cortaderas carmesíes,
pero volverá el amor de las recolectoras de las rosas,
y la caridad encendida del color del horizonte,
donde se prenden las lámparas de las palmeras
al paso del ferrocarril,
oloroso de ciudades y de esteros.
Pasa el entierro del cuerpo de un sueño,
pero su ataúd es la alborada.
Celestes ojos italianos
El tiempo arrasará todas las rosas:
las florecidas,
las heridas,
las que tienen los labios en el verano
como cortaderas carmesíes,
pero volverá el amor de las recolectoras de las rosas,
y la caridad encendida del color del horizonte,
donde se prenden las lámparas de las palmeras
al paso del ferrocarril,
oloroso de ciudades y de esteros.
Pasa el entierro del cuerpo de un sueño,
pero su ataúd es la alborada.
Celestes ojos italianos
-1-Margarita, ¡qué lejanos están el celeste,
el colorado, el verde, el amarillo!
Y vos, mi madre, en una tumba sin colores,
en medio de una provincia joyante:
vecina, en el cementerio, del viento que
se pudre en el corazón seco y negro de
ciertas familias.
¿Estarás cantando la canción que cantaban
tus celestes ojos italianos?
¿O estarás escuchando cómo canta mi corazón,
que fue la única maravilla en tu fracaso,
y en tu terror a los viejos gauchos
bandoleros?
-2-
Llueve para tus ojos el color de unas invisibles
esmeraldas,
y estoy, por segunda vez, cantando para vos,
junto a un mar salvaje y aldeano.
-3-
El resplandor de dos Países Natales encendió el color
-a veces verde- de mis ojos,
y deambulé,condenando a los impostores de la poesía
con los sueños y poderes de las aguas,
brillando, desesperado, en mi amistad con los gauchos
más arcaicos.
Canciones en un viaje a caballo
1
Los caballos nacen para amar secretamente como
las madrugadas.
2
Los caballeros viajan con ponchos de cueros de
ciervos celestes manchados de sangre.
3
Un dolor como el trino de un pájaro de agua,
perdido en la infinitud.
4
El amor de un guerrero cuya lanza tiene el acero
del agua.
5
El terror de los paisajes que se hundieron con
los tesoros del Diablo.
6
Hay cierta agua de oro en la infinitud:
solo la conocieron Jesucristo y Rimbaud.
7
Conservar siempre una tinaja con esa agua.
Garcilaso en un sol verde
A Guillermo Barnes
En una plaza verde, con viento y sol,
surgió un deseo en el horizonte brillante del río:
una mujer con alas.
¿Sabrá volar y alzar su sangre hasta la copa de los árboles,
para que beban los pájaros del desamparo,
y también los pájaros con plumas de caballeros
armados con el amor jubiloso?
Respóndeme, oh "claro caballero de rocío",
Garcilaso de la Vega,
que amaste a una señora, no a una doncella:
señora en un castillo con una celda verdadera,
cuyos barrotes se rompieron para vos.
Garcilaso, despiértame con tu ruido de armas,
templadas para hundirlas en el corazón de lo más
cristalino del agua blanca de las hadas,
pero también del fuego.
Garcilaso, soy tu tropero:
el que en las llanuras del reino del corazón.
arrea los aromas de la señora que te amaba,
y disperso esa tropa perfumada sobre la tumba del
caballero delicado,
el poeta guerrero,
mojado por el rocío rojo del amor.
.
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